Una vez decidido el proyecto empresarial que vamos a poner en marcha, es importante analizar qué tipo de forma jurídica es la más conveniente y que mejor se adapta a nuestras necesidades.
Esta elección se debe adoptar teniendo en cuenta diversas cuestiones:
– Tipo de actividad a desarrollar: si bien suele existir libertad de elección, hay determinadas actividades que poseen una regulación especial y obligan a determinada forma jurídica.
– Número de socios (personas físicas y jurídicas) y situación personal de cada uno de ellos.
– Legislación estatal y autonómica vigente: hay que tener en cuenta las ventajas e inconvenientes de cada una de las formas sociales pues puede resultar económicamente más atractiva una determinada figura por los beneficios legales.
– Tipo de responsabilidad que se adquiere.
En el siguiente cuadro se puede ver una comparativa entre las diversas opciones existentes:
En cualquier caso, es conveniente consultar con un asesor las especialidades de cada forma social para evaluar cuál es la forma más conveniente y favorable.